lunes, 30 de mayo de 2011

Cuando la intoxicación etílica no se nota

Individuos que hablan con fluidez, caminan sin hacer 'eses', mantienen su capacidad de atención aparentemente intacta y, sin embargo, están borrachos como cubas. Una revisión de estudios realizados a lo largo de las últimas siete décadas revela que, a veces, la intoxicación etílica no es reconocible a simple vista. Esto dificulta su detección y aumenta las probabilidades de que se produzcan accidentes de tráfico mortales, entre otras cosas.
"Es importante aprender a reconocer una intoxicación por alcohol, primero por las consecuencias para la salud que puede tener y, segundo, porque puede ayudarnos a tomar decisiones como permitir a una persona conducir o no, acompañarle a casa o, simplemente, no dejar que se tome la última copa", explica John Brick, de la Universidad de Texas y coordinador del trabajo, que se publica en la revista 'Alcoholism: Clinical & Experimental Research'.
Para empezar, Brick señala que una cosa es lo que se denomina 'intoxicación obvia', que significa que si una persona ha bebido mucho alcohol debería estar obviamente intoxicado y otra muy distinta es que esa intoxicación sea visible, es decir, que se manifieste con cambios bruscos de humor, dificultades para mantener la coordinación y el equilibrio, habla defectuosa, etc. Cuando esto no es así, supone un reto identificarla.
En prácticamente todas las personas la intoxicación etílica es 'visible' y reconocible cuando la concentración de alcohol en sangre supera los 1,5 g/l -el límite permitido en España para conducir es de 0,25 g/l-. Pero cuando la cantidad es menor, reconocer la intoxicación es más complicado porque entran en juego muchos factores, como la edad, la genética, la tolerancia al alcohol, la complexión física o la existencia de patologías crónicas.
"Una mujer pequeña puede llegar a los 1,5 g/l con cuatro copas, mientras que un hombre corpulento necesitará, al menos 10 o 12 bebidas para llegar a esa concentración", explica Brick. "Sin embargo, no quiere decir que con cuatro copas este hombre pueda coger un coche, aunque aparentemente esté bien", matiza el investigador.
Diversos estudios han comprobado que 0,2 g/l de alcohol en sangre ya afecta a las habilidades cognitivas, sobre todo en los más jóvenes. Cuando el organismo ya presenta 0,5 g/l de alcohol, las posibilidades de que el individuo en cuestión se vea involucrado en un accidente si se pone al volante aumentan un 100%.
Políticamente incorrectos
Para diagnosticar clínicamente una intoxicación etílica, sólo por observación, hay que tener en cuenta, en primer lugar, cuatro aspectos: que haya habido una ingesta de alcohol reciente, que la persona muestre cambios de comportamientos significativos (agresividad, tristeza...); que uno o más de estos signos se manifiesten en un periodo corto de tiempo después de haber bebido alcohol: arrastrar las palabras, poca coordinación, dificultad para andar en línea recta, problemas de memoria y atención, estupor o, en los casos más graves, el coma; y, por último, que no haya una condición médica ni trastorno mental que pueda ser responsable de estos comportamientos.
Otras claves que pueden ayudar a la identificación de una borrachera son el aliento a alcohol, la somnolencia, los mareos y naúseas, la visión nublada y la deshinibición, que hace al individuo decir cosas muy inapropiadas para la situación -incluso delante de la policía-.
Sin embargo, en los grandes bebedores, que han desarrollado lo que se denomina 'tolerancia al alcohol', estos síntomas puede que no aparezcan aunque estén borrachos. En estos casos, una forma de saber si están intoxicados o no es que "alguien cuente las copas que se toma", recomienda John Brick, aunque es consciente de que es difícil ponerlo en práctica, sobre todo en bares muy masificados o en fiestas.
La medida se propone tras conocer el dato de que "los bebedores sociales, los camareros y la mayoría de oficiales de policía sólo detectan las intoxicaciones en un 25% de los casos".
La revisión insiste en que los efectos del alcohol perduran en el organismo incluso cuando la concentración de alcohol en sangre ya ha llegado a 0. Fatiga, dolor de cabeza, irritabilidad y extrema sensibilidad son síntomas bien conocidos tras una noche de borrachera. Pero, lo más preocupante, es que incluso 14 horas después de que el nivel de alcohol en el organismo sea cero, permanecen las dificultades para mantener la atención, según un estudio realizado con pilotos.

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