Elisabeth Fritzl y Lydia Gouardo son sólo los últimos ejemplos de abuso sexual en el seno de la familia, una práctica que ha acompañado al ser humano desde siempre
Padres que abusan de sus hijos, hermanos que se enamoran, familias enteras. El incesto en todas sus versiones
«Mi deseo de tener relaciones sexuales con Elisabeth se hizo más y más fuerte. Era como una adicción...». Palabras de Josef Fritzl, quien justificó así el continuo abuso sexual al que sometió a su hija Elisabeth durante 24 años. Este caso de incesto no es el primero ni será el último. Pocos días después de que saliese a la luz el caso del «monstruo de Amstetten», una mujer francesa, Lydia Gouardo, de 45 años, afirmó que fue violada y torturada durante 28 años por su padre, con quien tuvo seis hijos. «Llegó a parecerme normal todo cuanto me hacía. Hubo ocasiones en las que me escapaba de casa, me perdía. Y los vecinos me traían hasta la puerta. Me llamaban mentirosa», afirma Gouardo. En su caso, nadie se atrevió a hablar, Lydia se sintió sola y únicamente consiguió respirar cuando su padre murió.
Los casos de Elisabeth y de Lydia no son los primeros. Hace cuatro años se dio a conocer el caso de una familia entera que fue condenada por incesto en Francia. Tres generaciones, trece hombres y mujeres de entre 29 y 74 años imputados por violación de menores y un total de once víctimas se vieron implicados en un macrocaso de incesto que empezó cuando el patriarca de la familia, de 74 años, obligó a sus cuatro hijos a mantener relaciones sexuales con él, y después a sus nietos, todo ello con la activa participación de su esposa. Una vez convertidos en adultos, los hijos a su vez violaron a sus propios descendientes -hijos y sobrinos- junto con sus esposas y maridos.
Otro caso famoso es el de Patrick S. y Susan K., dos hermanos alemanes que se enamoraron y tuvieron cuatro hijos. Crecieron separados, pero al cabo de los años, Patrick intentó buscar a su madre biológica. Fue así como se conocieron. Después de tener a su primer hijo, Erick, en 2002, Patrick fue condenado a un año de cárcel, aunque se le dejó en libertad condicional. La historia se repitió tres veces más y por ello, el marido tuvo que pasar una temporada en prisión. Los hermanos no se resignaron a perder su amor y decidieron presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional para que su relación fuese declarada legal, pero no lo consiguieron.
En un artículo recientemente publicado en LA RAZÓN, Isidro Pérez Hidalgo, director de CHC Psicólogos, afirma que «el que llega (a cometer incesto) suele dar señales muy tempranas de impulsividad patológica o de falta de empatía».
A veces se justifica el incesto con frases como «estaba loco»; pero ¿están realmente locos o saben bien lo que hacen? Pérez Hidalgo desmonta la teoría de la locura y afirma que «en muchos casos, la persona es plenamente consciente de la ilicitud de su comportamiento» y apunta, refiriéndose a Josef Fritzl, que «la impresión que nos transmite es que no podemos calificarle de loco, sino que ha hecho una elección desde su libre albedrío».
FUENTE: Calle 1440
lunes, 13 de junio de 2011
Incesto: todo queda en familia
Etiquetas:
abusos a menores,
abusos sexuales,
DOLOR,
FAMILIA,
HIPOCRITA,
INCESTO,
SOCIEDAD INJUSTA
Ubicación:
Nueva York, EEUU
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